Hemeroteca: cuando Almunia sucedió a González




Hace unas semanas, y a propósito de la llegada al poder de Pedro Sánchez, recordábamos en el blog la moción de censura que en 1987 presentó Alianza Popular al Partido Socialista y que perdió estrepitosamente la oposición. Hoy, volvemos a tirar de Hemeroteca para recordar otro año, el de 1997, un año en el que Miguel Indurain anunciaba su retirada del ciclismo, Bill Clinton comenzaba su segundo mandato al frente de Estados Unidos, ETA seguía matando y secuestrando y Joaquín Almunia era elegido nuevo secretario general del PSOE. Justo de esta última noticia queremos hablar en el post de hoy. 

Porque en estos días en los que se abre el melón sucesorio en el Partido Popular, hacemos memoria y recuperamos una portada de cuando los socialistas tuvieron que hacer la misma operación sucesoria, es decir, buscar a alguien que coja el relevo al frente de su formación política. En este caso, el hueco de Felipe González lo cogió el que había sido su ministro de trabajo, Joaquín Almunia y que, según recogían las publicaciones, iba a "enterrar al guerrismo". Terminología y contextos políticos de otra época que hoy nos parecen salidos del Pleistoceno. Pero a lo que vamos, el relevo se produjo, Almunia cogió las riendas de Ferraz 70 y duró en el cargo (con muchas dificultades y un proceso de primarias incluido) hasta el año 2000. Bien, pues una de las revistas que llevó el tema en su portada y que queremos recordar hoy es Época. 

Vean su primera página, y seguro que piensan lo mismo que yo... ¡cómo hemos cambiado! Sí, en cuanto a temas, pero también en cuanto a diseño editorial. ¡Cómo han cambiado los cánones en fotografía, en tipografía, en diseño en general! La portada de Época es muy propia de hace dos décadas, y obviamente no ha resistido el paso del tiempo.

Los temas de la primera página también son deudores de su año de publicación. Mario Conde cargando contra el Partido Socialista, y un sempiterno Julio Iglesias que década tras década, (y casi siglo tras siglo), sigue siendo noticia. En este caso por el éxito incipiente de su hijo Enrique, (¿ya han pasado 20 años desde que comenzara en la música?). Temas que triunfaban en los kioscos y que atraían a muchos lectores de una publicación ideológicamente situada en la derecha, que era fiel a una revista que en su momento fue referencia en su sector.

Después vinieron las vacas flacas, y Época, tras un claro declive y después de convertirse en el dominical del diario La Gaceta de Intereconomía, desapareció. Y junto a Época, casi todos los semanarios políticos, el último, Tiempo, pero antes, también Interviú o Tribuna; sólo han sobrevivido El Siglo y Cambio 16 (aunque en otro formato y en periodicidad mensual). 

La pregunta clave es ¿por qué estos semanarios dejaron de atraer la atención de los lectores, por qué bajaron espectacularmente sus ventas antes de la crisis del papel? ¿Por qué no fueron capaces de adaptarse a los nuevos gustos, a los nuevos deseos del consumidor de este tipo de formatos que en la Transición tiraron millones de ejemplares? ¿Cuándo perdieron el interés?

En nuestra opinión, estos semanarios no fueron capaces de diferenciarse de sus hermanos mayores, los diarios. Contaban las mismas noticias que todos los días contaban los periódicos sin añadir ningún valor añadido. No fueron capaces tampoco de renovarse en cuanto a diseño, en lo estético siguieron con un modelo anclado en los 70. Además, los reportajes de investigación perdieron importancia, en fin, se produjo la tormenta perfecta para que las ventas cayeran en picado.

Y ahora cabe preguntarse si a día de hoy existe un hueco para estas publicaciones en el mercado del año 2018. Ya dijimos hace unos días que obviamente sí, pero con un enfoque radicalmente distinto al que tuvieron en su día estas publicaciones. El periodismo de datos, el de investigación, el periodismo político independiente no sólo debe tener un hueco, sino que está pidiendo a gritos que alguien coja el relevo de unos semanarios que en su día hicieron un trabajo extraordinario. Época, Tribuna, Tiempo, Interviú o incluso Cuadernos para el diálogo deberían reencarnarse en el siglo XXI. ¿Vosotros que pensáis?

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